A qué sabe Quito? Irene dice que a morocho. Carlos contrapuntea, a él
le sabe a fritada. Alfredo se ríe, duda un rato y se decide por el
yahuarlocro. María José ni lo piensa: a hornado. Gabriel cree que sabe
a..., sabe a... ¡Lo tengo!, grita. ¡A higos con queso!
El grupo de compañeros de trabajo lleva veinte minutos de discusión y
no llega a ningún acuerdo. Todos tienen una experiencia distinta con
cada plato.
A Santiago, que vive en uno de los valles, en medio del campo, lo
primero que se le viene a la mente es la ciudad encerrada por el cemento
y el smog, sumida en el frío y la llovizna. Su segundo pensamiento
tiene el sabor del café con humitas. Patricia le interrumpe, sabe a
ponche...
El primer acuerdo de la tarde es que en este tema nunca se van a
poner de acuerdo. Ninguno tiene una respuesta definitiva. Sus sesudas
elecciones, al poco tiempo, cambian. Que si sale el sol “hasta el
encebollado tiene su saborcito quiteño”; que si hace mucho frío lo mejor
es un locro de papas con queso... Los supuestos van y vienen. Está
claro que Quito les sabe a muchas cosas, a veces a todo, a la Costa o al
extranjero, pero nunca sabe a nada.
Fuente:http://www.eluniverso.com/noticias/2016/12/05/nota/5940637/quito-sus-mil-sabores

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